Disfruta como un niño suelen decir de alguien cuando expresa una alegría sinónimo de libertad.
Es que en la primera etapa de nuestras vidas la risa es contagiosa, los sabores son especiales, los colores intensos, hay un sentido del deleite que con el tiempo y reglas impuestas vamos perdiendo. Vamos conformando una concepción idealizada de la libertad, una aspiración intrínseca al ser humano, la frase frecuente de los padres que con orgullo, como se tratara una dote suelen obsequiar a quien quiera oír, es ”quiero que crezca libre” y en verdad es la expresión de deseo más bonita que alguien pueda tener. Pero luego ese argumento se desmorona cuando sin darse siquiera cuenta van atando esa vida a los preconceptos y sin poder identificar la esencia de la palabra que no está ligada solo a la etimología.
Muchos consideran que la pérdida de libertad se da cuando alguien es encarcelado o tiene arresto domiciliario, claro que les asiste razón, ahora, hay otras formas de encierro que son tan nocivas como las mencionadas. Hay barrotes que nos van cercando cuando estamos pendientes de la moda, cuando la tecnología en lugar de allanarnos de dificultades nos atrapan, cuando la balanza nos esclaviza, cuando la violencia nos anula, pero quizá la mayor ausencia de libertad se da cuando se genera dependencia extrema a alguna sustancia, cualquiera sea ésta, las adicciones llevan al lugar más peligroso, abulia, soledad, anhedonia.
Es absolutamente imprescindible educar para evitar que este flagelo destruya el tejido social y para eso debemos entender que la mejor defensa a la libertad es promover la salud desde todos los ámbitos posibles.