Cuántas veces hemos dicho o escuchado la frase «En Colonia no hay nada para hacer». Debo confesar que la he dicho en más de una oportunidad y sobre todo en mi adolescencia, pero ahora en mi adultez me he dado cuenta de cuán errada estaba… por eso si pensás o pensaste como yo en algún momento, lo que te propongo es vivir Colonia con ojos de turista. Cambiar la perspectiva, conocer nuevos lugares y dar- nos cuenta juntos que tanto nuestra ciudad como nuestro departamento tienen mucho pero mucho para ofrecer y disfrutar. ¡Te invito a este recorrido!
En esta oportunidad vamos a viajar a un destino turístico que vale la pena visitar, más concretamente al kilómetro 264 de la ruta 21, a diez kilómetros de la ciudad de Carmelo: la Calera de las Huérfanas, donde se encuentran los restos arqueológicos de una estancia de las Misiones Jesuíticas.
Un paseo con historia
La Calera de las Huérfanas, donde se encuentran los restos arqueológicos de una estancia de las Misiones Jesuíticas.
Como bien cuenta la historia, en estas miles de hectáreas limitadas por el Arroyo de las Vacas, el Arroyo San Juan, el Río de la Plata y el Cerro de las Armas, los jesuitas alojaban a esclavos y peones que desarrollaban diferentes actividades productivas.
La estancia conocida como la Estancia del Río de las Vacas o Estancia de Belén era autosustentable y además proveía a los poblados de la región, que eran en ese entonces Colonia del Sacramento ocupada por los portugueses, Montevideo y Buenos Aires.
Las famosas ruinas de la Calera de las Huérfanas fueron declaradas Monumento Histórico en 1976 y en 1977 se comenzaron las obras de restauración.
Hoy en día, entre habitantes de Carmelo, la ONG Movimiento Pro Calera de las Huérfanas, la Intendencia de Colonia y la Junta local de Carmelo, entre otros, se busca mantener vivo el espíritu de la obra de Las Misiones.
El objetivo principal es fomentar el turismo en la zona, trasmitir su valor histórico y despertar interés en el legado de las Misiones Jesuitas y en eso el papel de los vecinos ha sido fundamental.
Destinos como éste, tan cerca nuestro, son muy visitados por turistas y realmente vale la pena también visitarlos como locales. Disfrutar de la increíble magnitud de esas paredes de la basílica y conectar con la historia y la naturaleza.
Desde hace más de 20 años, el Padre Miquelerana comenzó a organizar la Fiesta de la Calera, para que la gente de la zona se conociera y conociera el lugar. Más de tres mil personas se reúnen cada primer domingo después del 2 de noviembre a disfrutar de un asado, música y buen tiempo.
Se trata de esas joyas históricas que tenemos y que poco valoramos, que vale la pena agarrar el auto e ir a recorrer este monumento histórico que sigue en pie.
Escribe: Valentina Méndez