No nos mueve otra intención que encontrar las razones y obrar en consecuencia para solucionar la creciente ola de delincuencia juvenil que a través de los años se ha ido acentuando.
Los memoriosos recordarán cuando comenzó esto, en especial con aquel suceso que para dar comodidad en las cárceles se dejó en libertad a un número increíble de presos y, al auge que luego sobrevino con la entrada de la droga.
Desde las páginas de La Colonia décadas atrás se lanzó un exitoso concurso a nivel de estudiantes de Secundaria para prevenir el flagelo que ya iniciaba su incursión en la sociedad de la época.
El paso de los años nos dio la razón, aunque no siempre es bueno tenerla.
Hoy es necesario a la luz de la realidad volver a mostrar a la juventud y a quien quiera oírlo, que mejor es el trabajo fecundo y en orden, que ganarse la vida delinquiendo.
Días atrás una noticia conmovía a la sociedad, un joven perdió su vida por unos cientos de reales (unos 160 dólares), siendo abatido al resistirse a la detención, esto aconteció en Brasil, pero nuestro país no es ajeno a este tipo de situaciones, la cró- nica roja es elocuente ejemplo.
Quizás ese muchacho no había sido instruido sobre el camino recto, del bien, del esfuerzo, del trabajo. No lo sabemos, pudo haber sido educado, pero prefirió el camino del hampa por los modelos que fueron sus referentes en el entorno donde vivía.
Tal vez no tuvo oportunidades.
Lo del principio, es tarea de las autoridades, de maestros, profesores, educadores, pero también nuestra, de la sociedad y de la familia, es decir de todos; por lo tanto, debemos advertirles a los jóvenes que a través del trabajo construimos algo y que esa obra construida nos dignifica y honra.
Además, obtener las cosas materiales con nuestro propio esfuerzo es gratificante. Es la mejor herramienta que tenemos para cambiar para bien el mundo.
Hoy esto se presenta como una quimera, pero a poco nos asociemos a la idea podremos afirmar que no es un sueño, ni un desvarío, es una necesidad de encontrar medidas concretas que ilusionen, pero para bien.