En principio no es de una preocupación mayúscula, más allá de que se hace necesario enfocarse en estar alerta y actuar en consecuencia.
Hay en el espectro de la cima política, y aquí incluimos a todas las corrientes, como así en otros sectores como la académica, burocrática, profesional y de formadores de opinión una tendencia a destacar que Uruguay es un país afable para con su gente.
Muchas veces ante tal realidad se oponen situaciones de gravedad que demandan soluciones más efectivas.
Qué queremos difundir con esto, lo que nos acontece como país, Uruguay demuestra de manera clara que, aún teniendo ventajas para lograr desarrollo y bienestar, como los son: amable geografía, estabilidad institucional y una siempre elogiada población donde se unen razas de todo el mundo a consecuencia de los inmigrantes que han poblado todos los rincones del país, casi desde la fundación de nuestra nación, excelente herencia de integración social, aún nos falta bastante para ser un país de total desarrollo.
Nuestras expresiones no hacen más que reconocer nuestras limitantes como pueblo que está a la búsqueda de un futuro aún más promisorio que el que podemos estar anhelando.
Hay como una suerte de autocomplacencia, vale posar la mirada sobre una de las actividades más popular, como lo es el fútbol, que cuando no se gana a nivel internacional de inmediato recurrimos a desempolvar títulos pasados, bastante alejados además en el tiempo.
Por otro lado la autocomplacencia se alimenta muchas veces por la prensa y rankings internacionales que enaltecen al Uruguay, lo cual provoca un regocijo nacional con un perjudicial contentamiento con algún logro de la sociedad.
Alguien comentaba que hay un gran porcentaje de políticos, académicos, técnicos, periodistas, editorialistas, panelistas de programa de televisión, entre tantos otros que han logrado una mancomunidad en entender que Uruguay es un país amigable, con muchos desafíos, pero administrables y sin urgencia.
Esto último adquiere la importancia que quizás detiene una marcha que demanda más intensidad y velocidad en el tiempo.
Claro eso se puede lograr justamente si a los altos niveles de armonía social y desarrollo democrático. le ponemos acción y trabajo.
Lo determinante, sin dudas, es poner acción, como forma de avivar aquellos sectores que se estabilizan con un quietismo que preocupa, a pesar de tener enormes ventajas para lograr desarrollo y bienestar, como los son, pequeña escala, amable geografía, estabilidad institucional y una excelente herencia de integración social, tenemos aún enormes carencias en talento y esfuerzo humano.