“Se conoce a la pareja en el divorcio
Los hermanos en la herencia
Los hijos en la vejez
Los amigos en las dificultades…”
Anónimo
Cuando un adulto mayor no quiere vivir con sus hijos es importante comprender que no se trata, de un asunto personal hacia el hijo /a, y que tampoco se debe a una falta de cariño.
Por lo general lo que lo impulsa a tomar esta decisión, a la persona mayor, es una imperiosa necesidad de mantener su independencia y autonomía. La independencia es un elemento clave en la vida humana, pero se vuelve especialmente importante en la vejez.
A medida que el sujeto avanza en edad, la capacidad para la toma de decisiones y gestionar las actividades diarias se vuelve más eficaz, por lo que para muchas personas mayores, vivir con sus hijos significa perder el monitoreo y control de sus propias vidas.
A medida que las personas envejecen, se vuelven más apegadas a sus posesiones personales y a sus actividades diarias, ya que las mismas les brindan la sensación de continuidad, certeza y seguridad.
Al llegar a “grandes” existe la fantasía temerosa de perder hábitos y rutinas con las que el sujeto ha armado su propia vida. Estos deseos cargados de miedos inconscientes y que a los hijos más jóvenes les pueden llegar a parecer tonterías, son circunstancias de vida que le sostienen al viejo en su identidad.
Intentar cambiarles, por ejemplo, desde el lugar donde colocan sus objetos personales y sus pertenencias hasta los hábitos y rutinas diarias, puede llegar a generarles mucha desorientación, confusión e intensos sentimientos de profunda tristeza. Es por este motivo, que muchas personas mayores prefieren quedarse en su casa, donde todo les resulta familiar y disponible.
Es natural que los hijos quieran proteger a sus padres ancianos, pero es interesante recordar que cuidar no es sobreproteger ni incapacitar, ya que es un derecho esencial inherente al hombre el hacerse cargo de la toma de decisiones que refieren a su vida así como de sus actos y consecuencias , salvo que medie declaración judicial de insania e incapacidad para ello.
De lo contrario el adulto mayor puede llegar a sentir que el excesivo cuidado no solo invade su espacio personal sino que le resta libertad y autonomía, proporcionándole a cambio la vivencia de inutilidad y vacío existencial. De aquí, a un cuadro depresivo acompañado de ansiedad y estrés solo restan pasos.
Por eso es muy importante mantener un cuidadoso equilibrio entre brindar apoyo y sostén sin perder de vista la autonomía y el respeto por las personas mayores.
Algunas opciones si no se quiere vivir con los hijos
Para muchas personas mayores, una buena opción es permanecer en sus propios hogares con el apoyo de ciertos servicios de asistencia que les permite a las personas mayores mantener su independencia y obtener ayuda inmediata en caso de emergencias, mediante un dispositivo de tele asistencia. El servicio proporciona una línea directa a profesionales que pueden intervenir si las personas mayores necesitan ayuda. La tele asistencia también brinda a los familiares la tranquilidad de saber que sus seres queridos están siendo monitoreados y atendidos, incluso cuando están solos.
Este sistema es ideal para personas mayores que siendo auto válidas atesoran su independencia y privacidad, pero necesitan más seguridad.
Otra opción, -que puede ir en simultáneo con la anterior -es mudarse cerca de la casa de uno de los hijos o en las proximidades de ellos, lo que permite preservar la propia vida a la vez que compartirla con los hijos y nietos cuando se desea.
Una alternativa nada despreciable, son las residencias para adultos mayores que son de elección muy frecuente en las personas que prefieren no vivir con sus hijos, pero tampoco desean estar completamente aisladas. Es más, muchas de ellas, lo deciden antes de lo previsible y luego se lo comunican a sus hijos.
Los espacios que esos hogares de larga estadía brindan constituyen una atmósfera segura y sociable, lo que permite a las personas mayores residir con personas de su grupo de edad y participar en actividades que mejoran su salud física y mental.
Además, las residencias de ancianos suelen contratar especialistas en el cuidado de personas mayores, lo que garantiza que los residentes reciban la atención y asistencia médica necesaria.
Muchos adultos mayores encuentran consuelo al saber que estarán en compañía de sus compañeros de edad, lo que les permitirá vincularse a través de experiencias compartidas y actualizar recuerdos de tiempos pasados.
Sea cual sea la decisión que tome el anciano, ésta deberá ser comunicada oportunamente a su grupo familiar, ya que cuando se produce un cambio en el seno de un grupo, todo el grupo se siente afectado.
Por eso, la importancia de buscar quien acompañe adecuada, psicoafectiva y terapéuticamente este proceso. Lo ideal sería buscar contención en equipos de salud integrados por psicólogos, asistentes sociales, médicos de familia, etc. que custodien amorosamente este intenso proceso de cambio que se produce en la estructura y organización familiar, cuando alguno de sus miembros decide permanecer viviendo por “fuera”.
Es bueno y muy saludable buscar ayuda en esos difíciles momentos.
(Continuará…)