Según los datos que recabó el último censo en nuestro país nuestra población no alcanza a tres millones y medio. Para ser exactos somos 3.444.263, de los cuales el 48% son hombres y el 52% son mujeres. No se registró un crecimiento demográfico aún cuando han llegado muchas personas de diferentes puntos a radicarse aquí.
Esto último es positivo porque quienes llegan buscando oportunidades traen consigo un optimismo que escasea por estos lares. Somos expertos en la disconformidad. Nos quejamos si hay frío, si hay calor, si está nublado, si sale el sol, si llueve o está despejado.
Indefectiblemente esto impide cultivar el sentido común -que escasea- porque ante cualquier evento no se procesa ningún elemento y habrá una opinión negativa.
La crítica es positiva cuando surge del criterio, pero es absolutamente prescindible cuando procede de la inquina. Cuando todo pasa por el tamiz de la duda y no hay lugar para valorar nada, la sociedad se vuelve mezquina porque en definitiva el hecho de saber que el esfuerzo no es valorado genera decidia.
Para avanzar y crecer necesitamos centrarnos y recobrar el sentido común, en lugar de reclamar al grito derechos que no poseemos o pretender ser árbitros de todos los partidos sin conocer el reglamento, o ser Jueces sin entender de derecho o médicos sin estudiar medicina, sembrar sin cultivar.